Skip to content

Support Our Website

Funding is essential to keep our community online, secure, and up-to-date.

Donate and remove ads. Previous donors, get in touch to apply this perk.

Buy Me A Coffee

El corte de Aiko

By Rosita Tijeras

Story Categories:

Views: 544 | Likes: +4

Aiko se detuvo frente a la puerta de vidrio reflejante de la estética y se observó con atención. Llevaba una blusita de algodón fino, muy femenina, blanca y con detalles de encaje, de cuello cerrado y sin mangas, que combinaba con su falda favorita, de colores vivos, que le llegaba justo por debajo de las rodillas, y unas zapatillas planas. Luego, desvió la mirada hacia su cabello. Lo tenía largo, lacio y suelto, cayendo parejo en una suave cascada hasta la mitad de su espalda. Le gustaba cómo se veía: femenina, bonita y segura. Pero tenía ganas de cambiar, un poco.

“Vamos, tú puedes”, se dijo a sí misma al empujar la puerta con un suspiro. Era la primera vez que se aventuraba a cortarse el cabello más allá de un simple despunte, y aunque había llegado con determinación, no dejaba de sentir una pequeña punzada de pánico en el estómago.

¿Por qué había decidido cambiar? No estaba segura. Quizás había sido por todas esas chicas lindas que había visto luciendo cortes cortos; le parecían tan distinguidas y bonitas. Tal vez ya se había cansado del cuidado constante que demandaba tener el cabello largo. O quizá simplemente quería explorar la posibilidad de verse diferente. Siempre había pensado que el cabello largo era más femenino, pero el corto… mucho más elegante.

Llegó puntual. Por dentro, la estética estaba llena de luces cálidas y el aire olía a productos capilares que no lograba identificar. La recepcionista la recibió con una sonrisa profesional.

—Hola, soy Aiko. Tengo cita —dijo, intentando que su voz no revelara su nerviosismo.

La recepcionista, después de revisar una pantalla, dijo:

—¡Perfecto, Aiko! Kenta está listo para atenderte. Por aquí, por favor.

Kenta, el estilista, había sido una recomendación de su amiga Nanami. Desde que la conoció, Nanami siempre había llevado el cabello corto, sin duda mucho más corto que el de Aiko. Sin embargo, en los últimos tiempos, Aiko había notado que el cabello de Nanami no solo se había vuelto aún más corto, sino también más estilizado y elegante, con cortes que cambiaba de manera regular. Cada uno de esos estilos había estado meticulosamente realizado, con un acabado impecable que hacía que su amiga se viera siempre guapa y distinguida.

Al parecer, los cortes de cabello cortos eran la especialidad de Kenta, o al menos, eso le pareció al revisar las fotos que éste había subido a su página en redes sociales. Cuando hizo la cita, se la dieron para varias semanas después. Sin duda, Kenta era un estilista muy solicitado, y eso le daba a Aiko cierta confianza.

Aiko siguió a la recepcionista, sus pasos apenas audibles sobre el suelo brillante. La llevaron hasta una silla frente a un gran espejo, donde un joven estilista, con un delantal negro, un look moderno y un aire tranquilo, la saludó con una sonrisa.

—Hola, Aiko. Soy Kenta —dijo mientras tomaba asiento en un taburete junto a ella—. Cuéntame, ¿qué estás buscando hoy?

Aiko tragó saliva, mirando su reflejo en el espejo. Se había repetido las palabras en su mente mil veces, pero ahora que estaba allí, sentía que todo se enredaba en su garganta.

—Quiero… quiero un cambio —dijo nerviosamente, mientras deslizaba los dedos por su cabello largo—. Algo que no sea muy radical, pero… mucho más corto. No estoy muy segura, pero me gustaría que me dejara el cuello descubierto, y que se vea estilizado y femenino. No quiero parecerme a un chico. ¿Tú qué me recomiendas? —preguntó, sintiendo la boca un poco seca.

Kenta la miró con curiosidad, evaluando su cabello largo y brillante. Revisó la textura y la forma en que caía de manera natural. También lo levantó para ver la forma del contorno de su cabeza.

—Creo que te verías muy bien con un corte en forma de diamante. Es corto, pero sigue siendo femenino y con mucho estilo. ¿Qué te parece? —preguntó, sus ojos brillando con entusiasmo.

Aiko frunció el ceño. ¿Corte diamante? No tenía ni idea de lo que eso significaba.

—¿Cómo… cómo sería eso? —preguntó nerviosa.

—Es un corte que enmarcaría tu rostro de forma estilizada. La parte posterior quedaría bastante corta, con la nuca bien definida, mientras que los laterales y el flequillo mantendrían algo más de longitud, dándote un toque femenino y delicado —explicó Kenta, mientras movía su cabello y deslizaba sus dedos suavemente por diferentes áreas del rostro de Aiko.

Ella asintió. No entendía del todo, pero la forma en la que él lo describía sonaba… audaz, y al mismo tiempo, no demasiado radical. Parecía justo lo que estaba buscando, aunque el pensamiento de terminar con el cabello bastante corto le hacía sentir mariposas en el estómago.

—Está bien. Confiaré en ti —dijo, tomando aire y regalándole al estilista una mueca picara a través del espejo.

Kenta sonrió con aprobación y comenzó a prepararla. Le colocó una capa protectora y, de repente, tomó unas tijeras y recortó el cabello de Aiko, dejándola con una melena pareja que le llegaba hasta la mitad del cuello. Ella se sorprendió; no había esperado un cambio tan inmediato. Agitó ligeramente la cabeza y sintió cómo se movía su cabello. La sensación le resultó agradable. Nunca se había visto así, con un corte de esa longitud. Sonrió. Se sentía más ligera y, de alguna manera, liberada.

Luego la llevaron a la estación de lavado. El masaje que le dieron le ayudó a relajarse y a sentir más confianza. La anticipación crecía: ¿cómo se vería con de cabello aún más corto?

De regreso en la estación, notó que alguien ya había recogido los largos mechones que le acababan de cortar. Tomó asiento y, a través del espejo, observó cómo Kenta comenzaba a desenredarle el cabello y a dividirlo en secciones, sujetándolas con pinzas. Luego, tomó unas tijeras y empezó a cortar.

Aiko notó cómo pequeños mechones mojados caían sobre sus hombros. Los nervios volvieron de golpe. Vio que algunos eran bastante largos; se deslizaban y quedaban reposando en la capa, mientras otros seguían su camino hasta el suelo. Su corazón comenzó a latir más rápido. Suspiró profundamente. ¿De verdad estaba lista para esto?

Kenta iba cortándole el cabello con precisión, hablándole sobre cómo el nuevo estilo resaltaría sus facciones y enmarcaría su rostro con estilo.

—Vas a quedar guapísima —le aseguró con una sonrisa.

Aiko se dio cuenta de que su cabello ya estaba más corto de lo que había anticipado, pero Kenta seguía cortando. Quería confiar en él, así que no dijo nada, aunque sus nervios iban en aumento. Del cabello con el que había vuelto de la estación de lavado, parecía que más de la mitad ya estaba en el suelo. ¿Realmente había tomado la decisión correcta? Decidió quedarse en silencio, esperando que Kenta cumpliera su promesa y lograra dejarla viéndose bonita, sin quedar demasiado peloncita.

Kenta le pidió que bajara la cabeza. Aiko obedeció, sin imaginar que lo que vendría a continuación. Sintió un nudo en el estómago cuando se dio cuenta que Kenta le estaba cortando el cabello con maquinita. Por primera vez en su vida, experimentó las vibraciones directamente sobre su cabeza.  Era una sensación completamente nueva; siempre había pensado que esas herramientas sólo se usaban para cortar el cabello a los chicos. ¡Y ahora la estaban usando en ella!

Kenta notó su inquietud y, con un suave clic, apagó el aparato.

—No te preocupes. Solo estoy usando la maquinita para acentuar la parte de atrás. Eso le dará un toque especial al corte. Se te va a ver espectacular —dijo con una sonrisa tranquilizadora.

Aiko asintió, intentando relajarse. Quería confiar en las hábilidades de Kenta. Volvió a bajar la cabeza al tiempo que Kenta encendió el aparato y continuó usándolo.

Mientras sentía el toque y las vibraciones de la maquinita en su cuello, Aiko intentaba concentrarse en la promesa de un resultado estilizado y hermoso. Sin embargo, no podía dejar de dudar:

—¿Me dejarán el cabello demasiado corto?
—¿Pareceré un chico?
—¿Terminaré arrepintiéndome de esto?
—¿Cuánto tiempo tendré que esperar para que mi cabello vuelva a crecer?

Cuando pudo levantar la cabeza, Aiko notó que su nuevo corte ya había tomado forma. Estaba bastante corto, pero le encantaba cómo el flequillo y los laterales enmarcaban su rostro. Kenta giró la silla y, usando un pequeño espejo, le mostró cómo se veía la parte posterior. Su cuello estaba completamente limpio, rasurado, y el cabello en la nuca era increíblemente corto, pero se conectaba con suavidad con los mechones más largos que fluían hacia los laterales. La combinación le gustó a Aiko, aunque no dejaba de sorprenderla lo corto que estaba todo.

—¿Qué te parece? —preguntó Kenta.

Aiko parpadeó, asombrada. Apenas se reconocía. Había llegado con el cabello bastante largo. Ahora su reflejo le devolvía la mirada de una mujer distinta. ¿Peloncita? Tal vez, pero también sorprendentemente bonita. Pasó los dedos por la nuca, sintiendo la suavidad del corte.

—Es… diferente. Está muy cortito. Pero me gusta. Me gusta mucho —admitió finalmente, con una sonrisa que comenzó a florecer en su rostro.

Kenta dejó escapar una risa suave, satisfecho.

—Sabía que te quedaría increíble —dijo—. Ahora, solo falta secarlo bien, estilizarlo un poco, y estarás lista.

Una vez seco y bien peinado, el nuevo estilo se le veía aún más reducido. No parecía un corte masculino, pero tampoco recordaba haber visto a su amiga Nanami con algo tan atrevido.

Aiko se levantó de la silla y le dio las gracias al estilista, sintiéndose “peloncita”, pero satisfecha de haber venido.

Al salir de la estética, se detuvo un momento frente al vidrio de la puerta para observar su reflejo. Jamás pensó que terminaría con el cabello tan cortito, pero le encantaba su nueva imagen. Todo combinaba a la perfección: su rostro resaltaba, y sintió que con su blusa, su falda y sus zapatillas ahora se veía aún más bonita.

Se echó a andar. Mientras caminaba por la calle, la brisa fresca acariciaba su nuca y el cuello recién despejado, y no pudo evitar sonreír al sentirse tan ligera. Notó que algunas personas la miraban con curiosidad, pero en lugar de cohibirse, sintió una oleada de atrevimiento y confianza. “Estuvo bien”, pensó, saboreando la agradable sensación de encanto y levedad que la envolvía.

Leave a Reply